Los ventiladores de pared son necesarios en muchas casas que no tienen espacio para tener un ventilador con base. Mi casa es una de las que cuentan con poco espacio. Un día me di cuenta de que mi ventilador de pared estaba tirando bolas de polvo. Cuando lo fui a limpiar no solo lo limpié por fuera, sino que quise limpiar el ventilador por dentro. Cuando destornillé el tornillo que sostiene la parte protectora del motor, vi todo el sucio que tenía el ventilador. Tuve que utilizar una brocha vieja para quitarle el exceso de polvo. Luego humedecí un paño viejo para quitar los restos del polvorín en el motor. Una vez que quedó completamente limpio, lo ensamblé nuevamente y lo coloqué en la pared en la que iba. El ventilador echó un aire muy fresco y lo echaba con más fuerza que antes. Esto rápido me hizo pensar que necesitamos estar limpios por completo. A veces nos esforzamos por parecer limpios por fuera, pero nuestra alma está sucia. Cuando estamos sucios espiritualmente, no funcionamos bien como cristianos. Se nos van las fuerzas rápidamente porque estamos muy lejos de nuestra motivación que es Cristo. Debemos ser limpios por completo para poder reflejar el rostro de Cristo a los demás en nuestras vidas. Que seamos árboles que den buenos frutos… los frutos del Espíritu Santo.
Que nuestra oración sea: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí.” (Salmos 51:10)
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